lunes, 19 de septiembre de 2011

Una reflexión sobre nuestra sociedad mineral dependiente



No son muchas las oportunidades en que miramos a nuestro alrededor preguntándonos por las cosas que nos circundan. Esta computadora en la que escribo, esa taza de la que bebo café en la que previamente una cucharita revolvió el azúcar, esos ornamentos de cerámica en las paredes, ese vaso labrado, ese tacho de basura de plástico en la que tiro los papeles de las ideas perimidas, ese lavarropas, esa plancha, esa lámpara esos cables que me conectan con el resto del mundo fuera del área de mi casa. De sólo pensar que estos objetos pudieran ausentarse de nuestra vida cotidiana nos obligarían a (re)configurar nuestra existencia.

Este sería una suerte de movimiento de des-naturalización de los objetos de mi cotidianeidad; los nombro, los pienso, pienso las causas de su funcionalidad y entonces hago un movimiento de extrañamiento, es decir los separo por algunos minutos de esa “naturalidad” con la que me sirvo de ellos y pienso en su diseño, en su forma, en su función, y me surgen varias ideas, pero si pienso de dónde vienen tengo una sola respuesta: de un mineral.

Esta cavilación nos refresca que nuestro mundo es mineral dependiente, nuestra matriz de producción es mineral dependiente. La mayoría de las cosas que tenemos a nuestro alrededor, y que usamos para facilitar nuestra relacion con el mundo se hacen con materias primas minerales.

Es cierto que todos los días no nos podemos a poner a realizar este tipo de “meditación” o, como señalamos anteriormente, “movimiento de desnaturalización”, pero tal vez esto tenga que ver con lo que muchos expertos en minería de Argentina, apuntan como una falta de cultura minera.

¿Por qué no reconocer esta realidad? Pensemos en esta interesante observación: los vehículos que nos contactan de un lugar a otro están construido en su totalidad con insumos tomados del reino mineral; y de hecho, es de origen mineral el combustible que lo hace funcionar, el pavimento sobre el que se desplaza y hasta los semáforos que lo detienen en la esquina. Y aún mas, complementando esto: si no podemos manipular materias primas minerales no podrían existir las grandes obras civiles, los ferrocarriles, los barcos, los aviones y cualquier otro sistema de transporte.

Qué sería de la industria agroalimentaria sin herramientas o máquinas para sembrar, cosechar, elaborar, procesar, conservar y transportar alimentos, por ejemplo. ¿Somos capaces de pensar esto, y rever nuestro mundo, somos capaces de aceptar este mundo tal como es y, en todo caso, ir mejorando y perfeccionando sus defectos? ¿Deseamos nuestras nuevos medios de comunicación tan poco como para abandonarlos? Son preguntas que nos debemos hacer, porque el desarrollo de nuestra sociedad está sustentadosobre la base de la producción e industrialización de minerales.


Fuente: FUNDAMIN

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