miércoles, 31 de agosto de 2011

Promoción Industrial, no llorar sobre la leche derramada

La actual decadencia de Mendoza, proceso paulatino pero sin marcha atrás desde hace años, presenta como diagnóstico un notable decrecimiento y aumento de pobreza. Hay una cultura que derrotar, nuevos paradigmas con los cuales soñar. Parte del empobrecimiento de la Mendoza del siglo XXI se evidencia en el deterioro de las ideas. Las que suelen dominar nuestra realidad se parecen, por su escasa efectividad, a un laberinto sin salida.

La dirigencia provincial, en su más amplia influencia, es decir, políticos, empresarios, líderes sociales, educadores, hombres de las comunicaciones, ha puesto a Mendoza en una suerte de inercia. Nadie discute que estamos atravesando y luchando en un plano inclinado. Buena parte de la sociedad observa, a veces en modo pasivo, el estado actual, y parece haber quedado sin reacción ni otra clase de respuestas.

La pérdida del liderazgo regional, dentro de un país que aún discute sus formas y autonomías federales, nos exhibe quejosos e impávidos, frente a otras provincias que claramente han asumido protagonismo, valentía y acciones más inteligentes que las soluciones mendocinas. Esto no hace más que agudizar las enormes debilidades que existe entre nuestra dirigencia.

La promoción industrial es un claro ejemplo. Sin duda esta injusta medida nos ha causado daños, graves y cuantiosos. Mirá este video. Pero ejerciendo el derecho a la sinceridad, tampoco nosotros hemos sabido salir de este laberinto. Por eso no solo debemos resistirnos a su nueva aplicación dispuesta por el gobierno de CFK, sino que debemos prepararnos para enfrentar sus daños con otra clase de soluciones, más creativas, pragmáticas y definitivas. ¿O seguiremos de brazos cruzados esperando que el destino se encargue de nuestros problemas? Las soluciones para Mendoza hay que pensarlas “con o sin” promoción. No es menos cierto que los problemas de fondo, los reales y estructurales, los tenemos en casa y son nuestra responsabilidad. Veamos algunos ejemplos.

Mendoza hace años que se ha convertido en una provincia inviable. Se deduce muy sencillamente: Mendoza viene gastando más de lo que ingresa a sus arcas. Es hora de internalizar, de asumir una estadística incuestionable: el 92 % del presupuesto provincial se usa para pagar gastos corrientes, es decir, los costos fijos de funcionamiento del Estado. De modo que apenas el 8 % se invierte en obras públicas. Entre lo peor de la situación tan carente de visión y estrategia, es que los ingresos que recibimos por el petróleo, también van a cubrir estos gastos corrientes. Entonces cabe preguntarse: ¿qué será de nosotros cuando se acabe este recurso?

Mendoza se endeuda año tras año. Y nuestra deuda pública aumentó de $ 3.240 millones en 2003, a $ 4.539 millones en el 2010.

Con este esquema los últimos gobiernos en Mendoza apenas si han sido administradores de la pobreza y de la decadencia de nuestra provincia. Ninguna de las últimas administraciones ha impulsado aquí una impronta de desarrollo y progreso, ninguna a la altura y del nivel a las que estábamos acostumbrados a protagonizar en nuestra rica historia. Hay que recordar que este desierto imposible, debe ser transformado en uno vivible.

Los actuales candidatos a gobernar Mendoza, lamentablemente, parecen decididos a continuar el mismo sistema decadente, un modelo que decididamente nos ha sumergido en un populismo manifiesto.

Hace unos días viajé a Chile y a Perú. En el avión leí que Chile buscaba triplicar la extracción de oro en 5 años, aumentando exponencialmente las inversiones y generando gran cantidad de nuevos puestos de trabajo de calidad. ¿Quién aquí, a esta altura, puede dudar que Chile es un claro ejemplo de compatibilidad entre protección y cuidado del medio ambiente, el desarrollo de la minería y el fomento del agro? Por su parte, Perú, sumará más de 1.000 millones de dólares al año en regalías, ya que el nuevo gobierno anunció un acuerdo con las empresas para cobrarles más regalías, asegurando además inversiones por 30 mil millones de dólares. La comparación mental con lo que ocurre en Mendoza fue inmediata, y lamentable por cierto.

Sin embargo, ya estando en Perú, ocurrió lo peor, pues tomé conocimiento que la Cámara de Diputados de Mendoza rechazaba por unanimidad el proyecto de extracción de cobre y oro “San Jorge”. No hace falta agregar que se trató de una nueva acción más de nuestra anquilosada dirigencia política. En lugar de buscar soluciones que compatibilicen el cuidado del ambiente con el desarrollo y el crecimiento, optó por evadir, y detener, cualquier estrategia innovadora. Es decir, optó por profundizar la pobreza y la decadencia. Optó por mantenernos a los mendocinos, luchando contra el plano inclinado, otra vez perdidos dentro del laberinto. De esta manera nos han privado de poder vivir en una provincia más inclusiva, más desarrollada, con más oportunidades, y con estricto respeto por la ley y el buen funcionamiento de las instituciones.

Al llegar a mi provincia advierto que se rechazó el proyecto San Jorge violando el Código de Minería, en un debate legislativo lleno de slogans anti mineros, populistas, demagogos, electoralistas, en el que no se ofrecieron razones precisas y específicas al rechazo como exige la ley, colocando a la provincia en debilidad frente a cualquier reclamo judicial y sentando un grave precedente para cualquier inversor de todo tipo, que pueda llegar a nuestra provincia a generar empleo, crecimiento y desarrollo. Qué inversor estará dispuesto a venir a una provincia donde las normas cambian en forma permanente y contradictoria ? La irresponsabilidad pareciera no tener límites.

Sostengo entonces, una vez más, que lo que necesita Mendoza para proteger su ambiente no es prohibir la minería. Esa medida es más que simplista. El desafío aquí, el paradigma para retomar nuestro romance con la historia y el progreso, es hacer funcionar la ecuación “agro más minería”. Es posible cuidar ambas industrias, y es posible hacerlo conservando y protegiendo el medio ambiente y, muy especialmente, el recurso del agua. Esto último es más posible. Lo vienen demostrando los países vecinos, y además, son estos circuitos los que generan crecimiento y desarrollo para el pueblo.

Para recuperar a Mendoza del plano inclinado, del laberinto, es imprescindible discutir ideas, proyectos, visiones. Por ese motivo es que me permito ser claro: Mendoza no puede darse el lujo de prohibir ninguna clase de actividad económica, sin antes debatirlo en profundidad.

Mendoza necesita con urgencia un plan maestro de crecimiento, una plataforma que nos permita unirnos y encarar el futuro con unidad, eficiencia, coherencia y una visión estratégica; de cara al mundo, potenciando nuestras mejores virtudes, orgullosos de nuestra cultura, contentos por ser protagonistas de nuestro destino.

De una buena vez, Mendoza debe proponerse consolidar un liderazgo de dirigentes, con equipos y unidades de trabajo preparados para la gestión pública, entrenados para resolver la dinámica que propone la globalización y los escenarios tan complejos de un mundo cada vez más integrado. Esto también necesita de legisladores que interpreten el espíritu de cambio, y acompañen las acciones enriqueciendo el debate, corrigiendo las políticas públicas e innovando en la búsqueda de soluciones.

Carlos Aguinaga   carlosaguinaga.com.ar

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