martes, 19 de abril de 2011

Terremoto en Japón y el tema minero argentino


Los asombrosos y dolorosos sucesos acaecidos en Japón, a partir del terremoto que impactó sobre la isla, tuvieron, por parte de los medios visuales y escritos de nuestro país, un tratamiento muy superficial, sustentado, en gran parte en el desconocimiento y en otros casos en apreciaciones intencionadas, fomentadas por grupos ambientalistas que pretenden oponerse a los procesos productivos necesarios para el desarrollo económico social.
El terremoto y posterior tsunami no es otra cosa, que un fenómeno natural de carácter telúrico, que ocurre periódicamente y principalmente en el conocido cordón de fuego del Océano Pacífico en un arco delimitado por la Cordillera de los Andes, al sur de América hasta Alaska en América del Norte, las Islas Aleutianas y los cordones montañosos del este Asiático, comprendiendo los archipiélagos e islas del Pacífico, entre ellas la de Japón.
El aumento de la población mundial, con el crecimiento exponencial de las comunidades y la infraestructura necesaria para su asentamiento, provoca que, los efectos de estos fenómenos naturales, sean cada vez más espectaculares y catastróficos.
Los terremotos, son movimientos provocados por el rozamiento de las placas tectónicas, las que están sujetas a continuos procesos de acumulación de gases, presión y temperatura, que en estado de confinamiento, buscan descompresión y alivio, a través de fracturas y/o fallas y/o erupciones volcánicas, manifestándose de esta manera en la superficie de la corteza terrestre.
Los tsunamis, no son otra cosa que un fenómeno físico, originado en el fondo del mar, en el epicentro del terremoto, que provoca una expansión de la masa de agua, la que genera olas concéntricas de elevadas altitudes y velocidades.
Si la costa está cercana, tal el caso reciente en Japón, el impacto es atroz y provoca desastres de gran magnitud. Se registraron en Japón olas de hasta 20 metros de alto y velocidades de 800 km/h.
El fenómeno hacia otras costas del Océano Pacífico, se fue diluyendo con la distancia y es así como, en Perú y Chile, este fenómeno se manifestó con pequeñas olas de 50 cm de altura.
Ahora bien, en muchos medios se habló de este fenómeno Natural de Japón, con calificativos sensacionalistas, tales como Apocalipsis y desastre generado por el Calentamiento Global, pretendiendo responsabilizar al hombre y a sus actividades productivas, dándoles carácter de "depredadoras y contaminantes", como responsables del terremoto.
Es evidente que, esta última reflexión, apunta maliciosamente a la autoflagelación y por lo tanto al engaño, magnificando las consecuencias de acciones terrenales de los hombres, dándoles una magnitud, escala y resultado a sus actividades, totalmente alejadas de la verdadera realidad.
Como ejemplo a esta última reflexión, podemos mencionar el levantamiento geológico de la Cordillera de los Andes, hecho telúrico más que traumático, provocado por movimientos tectónicos orogénicos, localizados en el mismo cordón de fuego del Océano Pacífico, hace ya más 100 millones de años.
Atribuirle esta responsabilidad al hombre, en su versión "austrolopitecus erectus", sería ridículo, ya que la raza humana aparece en la faz de la tierra hace solamente 1 millón de años.
La actividad productiva del hombre, afecta solo a una capa superficial de la corteza terrestre y la atmósfera. Su acción no produce ningún efecto reactivo, ni permisivo, que modifiquen las condiciones propias del núcleo de la tierra, lugar donde se generan las condiciones que darán origen, a los sismos u otras manifestaciones telúricas externas.
La cultura, sabiduría y humildad del pueblo japonés se vieron reflejadas en las didácticas reflexiones de un agricultor que expresó: "los territorios de Japón, como los de Hawai, han sido originados por erupciones de lava volcánica, generadas en los volcanes y en otros casos a través de fracturas, que son las mismas que al rozarse, generan periódicamente los terremotos y no tenemos más remedio que convivir con ellos".
Se llegó maliciosamente a cuestionar a Japón, por el uso de la energía nuclear, como si acaso esa potencia oriental tuviera otras alternativas, tan efectivas, de generar electricidad, teniendo en cuenta su escasísima disponibilidad de recursos naturales.
Este análisis y reflexiones sobre los acontecimientos de Japón, son perfectamente comparables en la Argentina, al tratamiento del tema que dan, determinados medios, organizaciones no gubernamentales e incluso líderes políticos y artistas, que se jactan de sus conocimientos, para denostar a la actividad minera.
Sobre la actividad minera, informan a la sociedad, en ocasiones comunicadores bien intencionados pero con escaso conocimiento sobre las reglas de buen arte de la industria, mientras que en otros casos lo hacen quienes son el eco de un pseudo-ambientalismo social ideologizado, distorsionando la realidad en forma sistemática y permanente, en perjuicio de la verdad que toda sociedad organizada desea conocer.


(*) El autor fue secretario de Minería de la Nación

Por Daniel Meilán
Especial para lanacion.com

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