domingo, 24 de abril de 2011

Conocer el pasado para proyectarse al futuro

Regionales | Por Héctor Velázquez Alvarez Ingeniero de Minas
Historia de la minería
24/04/2011  | En un escenario donde resulta difícil y complejo encontrar los puntos de equilibrio que conduzcan a una generosa reflexión y a un sano debate, hacer referencia a la Temática Minera no deja de representar en la actualidad, una pesada responsabilidad y un claro desafío.
Y aunque debo reconocer que se trata de otras épocas, la verdad es que fueron estos mismos desafíos los que desde sus inicios el hombre debió enfrentar para resolver sus problemas más elementales de subsistencia, entre ellos, los que desde sus orígenes lo fueron vinculando gradualmente con la minería.
Por esta razón es que debió valerse primitivamente de rocas y minerales para desgarrar sus presas, moler las semillas y construir sus primeros habitáculos, para continuar avanzando desde esa primaria realidad-necesidad, en la fabricación de sus primeros elementos de caza y sus primeras herramientas de defensa y de trabajo, que constituyen los primeros episodios que dan cuenta de su relación con la actividad minera.
Todo hace suponer que hace más de 45.000 años, para ser más preciso en el Periodo Paleolítico, cuando al extraer la hematita que utilizaba para la  elaboración de pigmentos de color ocre, el hombre dio origen al primer método  de explotación utilizado en la historia de la minería.
A lo largo de miles de años, la minería progresivamente se ha venido consolidando como un factor de desarrollo que ha sido gravitante y determinante, para acompañar la evolución experimentada por la humanidad y para acicalar el avance y el conocimiento del hombre.
Esta evolución caracterizada en un extenso período como la Edad de los Metales, donde desde la Edad del Cobre se dio paso a la Edad del Bronce y finalmente a la Edad del Hierro, fue dando lugar a una serie de avances que son los responsables del revolucionario cambio tecnológico e industrial alcanzado por la humanidad actualmente.
Este revolucionario cambio, fue el que permitió proyectar a la Minería como una actividad primaria, extractiva y productiva, y a la Metalurgia como una ciencia y técnica aplicada a la obtención y tratamiento de los metales. Tanto la Minería como la Metalurgia, hicieron posible que el hombre pudiera a lo largo de miles de años, obtener, fabricar, elaborar y transformar todo aquello que de una u otra forma nos rodea y nos vincula a nuestro quehacer diario y cotidiano.
La minería, y esto es importante asumirlo en toda su dimensión, desde tiempos muy remotos ha acompañado el progreso y bienestar demandado por todo tipo de sociedad, y desde su creación ha acompañado al hombre en su evolución, conduciéndolo a alcanzar el enorme avance que caracteriza al mundo contemporáneo y civilizado.
Es este vertiginoso avance y no otra circunstancia, el que ha puesto de manifiesto la extraordinaria importancia que revisten en toda su diversidad los recursos minerales y ha demostrado que estos minerales como recursos naturales no renovables y no reciclables forman parte también, de una gama de recursos que en términos de presente-futuro, deben ser considerados como escasos, esenciales y vitales.
En este escenario de realidades, el mundo se ha visto en la necesidad de avanzar en una dirección que permita realizar un pleno reconocimiento de los retos y desafíos que representa el desarrollo de la actividad minera, porque mas allá de la razonable inquietud que despierta la problemática minera ambiental, que bajo ninguna condición debe y puede desconocerse, en virtud al enorme desarrollo alcanzado en la actualidad, la existencia del hombre en sociedad se hace inviable e incluso inimaginable, sin la minería.
Cualquier modelo o tipo de sociedad que se intente imaginar o idealizar, no puede hoy prescindir de la minería, los minerales y sus metales, de forma que es precisamente esta objetiva realidad la que pone en una situación de profunda contradicción, a quienes ideológicamente se oponen a la minería, pero también a quienes como contraparte, estiman que la minería se puede desarrollar de cualquier forma o a cualquier costo.
La minería participa en todas y cada una de las actividades industriales; en prácticamente todos los procesos de elaboración y transformación de materias primas, como asimismo, en el desarrollo, avance y progreso que caracteriza al innovador salto industrial, científico y tecnológico existente.
Sin la presencia de la minería se haría imposible concebir desde la ciencia médica, la existencia de un quirófano, de una sala de terapia intensiva, de tomógrafos, scánners, instrumental quirúrgico etc., que bajo determinadas condiciones, como se vivencia todos los días, determinan la vida o muerte del ser humano.
El avance de la astronomía y astrofísica y el desarrollo alcanzado en el campo aeronáutico y aeroespacial, han hecho posible la construcción de aviones, transbordadores, satélites, sondas y misiones espaciales, que no serían posible sin la existencia de la minería y sus metales.
El adelanto experimentado en el área de las comunicaciones, telecomunicaciones, telefonía celular, computación, televisión etc., nunca hubiera sido posible sin la existencia de los metales y las complejas aleaciones logradas entre metales.
Las tecnologías más comunes que se traducen en toda la maquinaria, equipamiento y herramientas sobre las cuales se apoya la actividad agrícola, agropecuaria y agroindustrial, que permiten resolver la demanda alimentaria mundial, no podrían ni siquiera ser imaginados sin la participación de la minería.
El transporte aéreo, terrestre, marítimo y fluvial, que permite sin limitaciones y fronteras transportar todo aquello que los seres humanos necesitan desde su diversidad para resolver sus necesidades básicas, no sería posible sin la existencia de aviones, barcos, camiones, trenes, automóviles etc., que sólo pueden ser construidos con los metales que proporcionan los minerales.
La importancia que reviste el avance de las denominadas «energías limpias», tampoco sería posible hoy sin los minerales. El litio para ejemplificar, se ha constituido en un componente insustituible en la fabricación de baterías para almacenar energía y en un mineral estratégico, para la fabricación de vehículos ecológicos y todo tipo de aparatos y dispositivos electrónicos.
Pero la actividad minera no sólo se relaciona con la ciencia y la tecnología, se relaciona también, con cada una de las acciones que realizamos en nuestro quehacer diario. Cuando tomamos un vaso de agua o de gaseosa, éste fue potabilizado o saborizado con minerales; cuando nos higienizamos la boca, este dentífrico fue elaborado con minerales; cuando nos aprestamos a ingerir un almuerzo, todo lo que se despliega como cubierto alrededor de nuestra mesa, ha sido fabricado con minerales o metales etc.
La minería como se puede observar, está presente en todo cuanto nos rodea, en todo cuanto accionamos y en todo cuanto nos aprestamos a utilizar cotidianamente.
Es precisamente esta inquietud, la que intentaré ir abordando progresivamente en sucesivas entregas, con la única intención de realizar un aporte ciudadano y una modesta contribución a la serena discusión que como sociedad nos debemos respecto del tema minero.

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